domingo, 9 de noviembre de 2008

La Crisis Financiera:

Por Dónde se Corta el Hilo

Por: Jorge Rubio

El temor es enorme y nadie sabe con claridad qué pasará en el futuro. En el mediano plazo tampoco se ve claridad, que es un horizonte que podría perfilarse hacia los inicios del año 2009. Lo que sí está claro es que en el corto plazo, en la inmediatez, las cosas empeorarán. Estamos presenciando la gran implosión; lo que estaba arriba está en el suelo, aquellos que pregonaban y alababan el “libre mercado” hoy “nacionalizan” la banca en quiebra. La catástrofe, porque no hay expresión más suave, hoy sabemos que no la arregla el mercado, y tampoco sabemos con claridad si lo arreglarán los millones de dólares que colocarán los gobiernos más afectados y que están salvando a los capitalistas, aquellos que han especulado con el dinero, aquellos que han jugado con él y han perdido. Porque este derrumbe es tan evidente como la caída del Muro de Berlín en 1989. Con ello se acabó la contraparte, aquella que ofrecía el equilibrio en la sociedad, entre un sistema capitalista que se rige en cuanto ganancia se logra del hombre y otro que lo ve como tal.

No es sólo el fracaso del sistema financiero capitalista, también es el reflejo del fracaso moral y ético, porque una vez más todo esto consiste en aplicar una ley del capitalismo que consiste en privatizar los beneficios, es decir, cuando hay ganancias van para personas concretas, y en cambio las pérdidas se socializan, las pagan todos los ciudadanos, hasta los más modestos.

La economía se transformó estas últimas décadas en una enorme ruleta, en donde los ricos del mundo van a jugarse el ahorro y la riqueza derivada del esfuerzo de muchos otros: algunos perderán, pero otros van a ganar y mucho. Mientras tanto, a millones de trabajadores nos obligan a poner nuestros fondos de pensiones, aquellos ahorros que nos mantendrán en nuestra vejez, en las Administradoras de Fondos de Pensiones, las AFP, y éstas las arriesgan en los mercados financieros, y las ganancias se van distribuyendo por etapas: una parte para los dueños de las AFP, otra para pagar las comisiones de los operadores financieros, costos de operación y otra para pagar los sueldos de los ejecutivos de éstas. El sueño que se le ofrece en cambio al trabajador es la posibilidad de aumentar sus ahorros de pensión, con una alta probabilidad de que no sea cierto. Si resulta, bueno para el trabajador, para los dueños de las AFP, para los operadores y los ejecutivos; si sale mal, como ahora, es malo sólo para el trabajador, pues ellos ya cobraron su parte, ya recibieron sus salarios, los costos ya se pagaron y las comisiones ya se cobraron. Todo ello con los fondos que se nos obliga a los trabajadores depositar todos los meses para nuestra futura pensión. Así como los trabajadores que ponen sus fondos previsionales en una AFP, también hay otras personas que ponen sus ahorros en bolsas de comercio y fondos de inversión que corren la misma suerte. No tan sólo este dinero queda sujeto a la especulación financiera, también nuestros sueños quedan en manos de aquellos que lanzan los dados.

Vemos claramente cómo la avaricia se ha desplegado por el mundo sin cortapisas y cómo ello ha desviado una riqueza gigantesca de la producción real y útil, tangible o intangible, para sustentar una orgía miserable y cruel de lucro y acumulación, mientras el desempleo, la pobreza, el hambre y la desigualdad cunden como reguero de pólvora. Dato curioso y francamente insultante: para combatir la hambruna que aqueja a más de 800 millones de personas, las naciones del mundo recolectaron 16 mil millones de dólares, mas, para resolver la crisis financiera del Wall Street el gobierno estadounidense asignó 700 mil millones de dólares . Es decir, 44 veces más para continuar el desenfreno absurdo de Wall Street que para enfrentar el hambre de los más necesitados ¿Perro mundo no?

Cuando la humanidad vuelva a encontrar su centro y se restauren ciertos valores y virtudes humanas que fueron absorbidas por el mercado, muy probablemente lo que ocurre en Wall Street será incorporado al grupo de las grandes calamidades de la historia humana, como lo fueron los campos de concentración nazis, el estalinismo, las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki, el SIDA, el hambre africana y las dictaduras latinoamericanas, entre muchas otras.

Esta no es una crisis solamente financiera pues, necesariamente, con el tiempo tocará a la economía real, si es que no está ocurriendo; esto significará la pérdida de miles de empleos, la quiebra de pequeñas y medianas empresas y muchas de las transnacionales. Los grandes líderes sindicalistas luego serán absorbidos por esta larga y poderosa mano, que no tiene fronteras, para permitir mayor libertad para los empresarios, mayor “flexibilidad laboral”, que en definitiva no es más que la reducción de los salarios, la merma de sus beneficios, mayor abuso y explotación.

La mano invisible del mercado se ha convertido en la mano que aprieta el cuello de los pobres, a quienes se condena a muerte o al hambre, sin siquiera tener acceso al sedante que prepara al condenado a muerte, antes de la inyección letal.

Los tecnócratas internacionales, ellos mandan en nuestros países. No han sido votados en ninguna elección, pero deciden el nivel de los salarios y del gasto público, las inversiones, los impuestos, los intereses, cuánto debemos ganar y cuánto debemos perder. Son los que con una mano roban y la otra prestan.
Esperemos que en el corto plazo caiga este nuevo muro.