domingo, 20 de mayo de 2012




¿Y  cuándo llegaste?

Por: Marco Baeza

¿Y  tú cuándo llegaste? Seguro que te han hecho esta pregunta, al igual que a mí, muchas veces. Creo saber tu respuesta: seguro que hablas de sueños y también de recuerdos. Es más, me atrevería a decir que comentas lo bien que se vivía antes y lo mal que se pasa  ahora. No creo que existan muchas diferencias entre tus travesías y las mías; al fin de cuenta tú, yo y la mayoría, perseguíamos los mismos horizontes.

Este 12 de Mayo cumplo 24 años en Suecia. Durante este tiempo han  pasado miles de cosas, algunas dulces y otras no tanto. Cuando miro hacia atrás en el tiempo es difícil no hacer alusión a lo que dejé en mi patria, y por supuesto, a los recuerdos valiosos que traje conmigo.

Recuerdo que mi maleta no era muy grande. La compré dos o tres días antes de viajar. Lo hice en el Persa Barón, que de paso ya no existe (en su lugar construyeron un mall gigantesco, como para darle un aire de modernidad a un Puerto lleno de carencias). No recuerdo haber empacado muchas cosas, pues mis pertenencias eran las mínimas: un poco de ropa, cosas para el aseo personal, un par de afiches, cigarros y muchos recuerdos, recuerdos preciados, que me paran en tiempos de tambaleos. Metí dentro de mi maleta a las viejitas de las ollas comunes en Placeres alto, viejitas con corazones generosos, verdaderos baluartes en la lucha contra la dictadura; guardé lluvias de panfletos en días soleados; también los muros rayados por el pueblo, muros que se convirtieron en la voz de los sin voces; me traje los porotos del día lunes y el pescado frito del día sábado; también tiré en la maleta mi plaza La Conquista con su pérgola decadente, mi esquina del barrio, que de seguro debe ser semejante a la tuya, a los PP de la cárcel de Valparaíso y sus aspilleras creadas con manos limpias y libertarias. Te digo amigo, que si pesaran los recuerdos en los aeropuertos, de seguro que las multas serían altísimas por el sobrepeso. 

Mi  llegada a este país, como te dije, fue en Mayo de 1988, uno de los veranos más calurosos de que tenga  memoria. Durante mis primeros años, la soledad fue mi compañera. Agoté lágrimas llorando. Por suerte, contaba  con amigos fantásticos, esos amigos que te alivian el alma con sólo darte una palmada en la espalda. Se me viene a la memoria que al llegar pensaba encontrarme con una colonia chilena estructurada, una colonia que se la jugaba por el pueblo en Chile. Con pena pude constatar que no era así: había chilenos que trabajaban apoyando la lucha en contra de la dictadura, pero estos eran los mínimos. El trato indiferente de las primeras camadas de chilenos que salieron después del golpe militar para con sus compatriotas, que llegaron a principios de los 80 y en adelante, era deplorable. La colonia estaba dividida en dos bandos: aquellos todopoderosos que se llamaban refugiados políticos y los asilados por problemas económicos, que representan  a una gran mayoría. Los primeros, amparados en un sectarismo de mierda, han  jugado, a mi juicio, un factor importante en la desunión de los chilenos aquí en Suecia. De mis sueños cuando llegué a este país mejor ni hablar; la mayoría de ellos sólo fueron  simples quimeras, otros siguen ahí, en mi maleta, esperando  ser activados para poder empezar a actuar.

Hoy en día tengo una familia maravillosa, pilar fundamental  en mi vida. Pienso en estos 24 años, miro hacia atrás y difícil no mencionar a los que ya no están, a los que partieron, a nuestros muertos, ellos que hacen patria en algún cementerio sueco. Me acuerdo de ellos y me pregunto si se cumplieron sus sueños, si alguien guardó sus recuerdos, para  mostrarlos en un tiempo futuro. Hablo de futuro y me asusto, me aterroriza comprobar que nuestro bienestar está en peligro. Me molesta mi pasividad frente a los cambios que está experimentando  esta sociedad. Con estos cambios me acuerdo de Chile y  me acuerdo de puertas cerradas en las narices. Se me viene a la mente el pateando piedras del  grupo Los prisioneros y pienso en mis hijos. En épocas de cambios debemos estar alerta y para esto no debemos olvidar nuestra procedencia. Si por cualquier motivo se te olvida mi amigo, te pido que mires atrás, que recuerdes tus años mozos y el día que dejaste todo en  busca de mejores horizontes con una maleta cargada de sueños y recuerdos.